Yvonne do Amaral Pereira
Gilda López
Yvonne Amaral nació en Santa Tereza de Valenca (hoy Rio das Flores), al sur del Estado de Rio de Janeiro. Hija de Manoel José Pereira y Elisabeth do Amaral, fue la mayor de sus cinco hijos, habiendo otro mayor que ella, que tuvo su madre de un matrimonio anterior.
A los 29 días de nacida le sobrevino un golpe de tos que la dejó prácticamente asfixiada. Esto le produjo un estado de catalepsia o muerte aparente. Este fenómeno (se supo después) se produjo por toda la carga que traía su Espíritu, pues en su última existencia terrestre murió ahogada por suicidio. Durante seis horas permaneció en este estado, hasta que el médico certificó su muerte y fue preparado todo para su funeral. Pero su madre no creía que estuviera muerta: se retiró para orar fervorosamente, pidiendo que la situación de su hija se definiese. Al instante la niña despertó y todos los preparativos del funeral fueron cancelados.
La vida siguió su curso. Su padre, un pequeño comerciante, generoso de corazón y desinteresado de los bienes materiales, cayó en quiebra económica por tres veces, pues siempre favorecía al prójimo en perjuicio propio y de su familia. Era muy común aceptar y albergar en su casa a personas pobres y a mendigos. Más tarde fue nombrado funcionario público, cargo que desempeñó hasta su desencarnación en 1935.
El hogar de Yvonne siempre fue muy humilde, conoció muchas dificultades, pero ella decía que esto le benefició mucho para comprender las necesidades del prójimo.
El ejemplo y conducta de sus padres fue fundamental en su futuro comportamiento. Con cuatro años decía que veía y oía a los Espíritus, considerándolos como personas encarnadas, pues no los diferenciaba. Tenía dos amigos invisibles, muy queridos, que se le aparecían con más frecuencia: Uno era el Espíritu Charles, a quien ella consideraba su verdadero padre. Esto se debía a los recuerdos vivos que tenía de una encarnación pasada en que este Espíritu fue su padre. Charles era un Espíritu elevado. Fue su orientador durante toda su vida y actividad mediúmnica.
El otro era el Espíritu Roberto de Canalejas, un médico español de mediados del siglo XIX por el que ella sentía un gran afecto, debido a su vinculación y deudas a saldar en una existencia anterior. Más tarde, ya de adulta, mantenía contactos mediúmnicos con entidades muy evolucionadas como el Dr. Bezerra de Menezes, Camilo Castelo Branco y otras.
A los ocho años se repitió el fenómeno de la catalepsia. Durante el sueño tuvo un desprendimiento y fue a parar ante una imagen de la iglesia que frecuentaba. Ésta, cobrando vida le dijo: "Ven conmigo hija mía, será el único recurso que tendrás para soportar los sufrimientos que te esperan". Y aceptando la mano que le extendió la imagen, subió los peldaños y ya no recordó nada más.
Su infancia y mediumnidad
Ivonne no fue una niña feliz. Vivió acosada por los recuerdos de su última encarnación, que recordaba con extraordinaria claridad. Ésta fue en España y echaba de menos a su anterior familia y su ciudad. Debido a todo esto consideraba, principalmente, a su padre y hermanos como extraños. Para ella su verdadero padre era el Espíritu de Charles y su casa, la de España.
Estos sentimientos contradictorios y el afloramiento de las facultades mediúmnicas, hacían que tuviese un comportamiento considerado raro por sus familiares. Por este motivo, hasta los diez años vivió, prácticamente, con su abuela paterna; cuyo hogar era Espírita. A los ocho años de edad tuvo su primer contacto con un libro Espírita. A los doce, su padre le regaló El Evangelio según el Espiritismo y El libro de los Espíritus. Éstos le acompañarán durante toda su vida y en los momentos difíciles, su lectura, era un bálsamo para su alma. A los trece comenzó a frecuentar las sesiones prácticas de Espiritismo. A ella le encantaba porque podía ver a los Espíritus comunicantes.
No pudo estudiar por las dificultades económicas de su familia. Para ella esto representó una gran prueba, pues amaba el estudio y la lectura. Pero se formó como autodidacta y a los 16 años ya había leído obras clásicas de Goethe, Bernardo Guimaraes, José de Alentar, Alexandre Herculano y Arthur Conan Doyle, entre otros. Para poder ayudar a sus padres, tuvo que ponerse a trabajar muy pronto, dedicándose a la costura, bordados y artesanía de flores, etc. La educación patriarcal que recibió influyó a que viviese apartada del mundo. Esto le ayudó al desarrollo y recogimiento mediúmnico pero, contrariamente, la hizo excesivamente tímida y triste.
El fenómeno de la catalepsia que le ocurrió en los primeros días de vida, se le repitió varias veces y a partir de los 16 años fue algo habitual en ella. Todos los cuentos, romances, crónicas y mensajes mediúmnicos que recibía del mundo espiritual fueron entrando en este estado y en la hora del sueño reparador. Su mediumnidad fue muy diversa. Era médium psicógrafa, recetista (hacía recetas homeopáticas, asistida por entidades de gran elevación, como Bezerra de Menezes, Charles, Roberto de Canalejas y Bittencourt Sampaio), de incorporación, y pasista. Poseía también la mediumnidad de efectos físicos y llegó a realizar algunas sesiones de materialización y se dedicó a la desobsesión. Pero de todos estos fenómenos los que más le gustaba eran los de desdoblamiento, incorporación y recetar. A través del desdoblamiento nocturno, Yvonne navegaba por el mundo espiritual, amparada por sus orientadores, recogiendo las crónicas, cuentos y romances maravillosos con los que hoy nos deleitamos.
Una gran médium
Como médium psicógrafa podía entrar en contacto con obsesores, obsesados y suicidas, a los que tenía un cariño especial, siendo así que muchos de ellos se hicieron Espíritus amigos. Con las recetas homeopáticas trabajó en distintos centros espíritas de varias ciudades en las que vivió durante sus 54 años de actividad. Fue una médium independiente, que no se sometía a los obstáculos burocráticos de algunos centros. A ella sólo le importaba servir a lo que ella llamaba "La Iglesia de lo Alto", y al ejercicio de la caridad a cualquier hora y en cualquier día en que fuese requerida por los necesitados. Fue una esperantista convencida y trabajó muchísimo en su propaganda y difusión, a través de la correspondencia que mantenía con otros esperantistas. Su obra mediúmnica asciende a más de una veintena de libros, entre los que se destacan Memorias de un Suicida y Recuerdo de la Mediumnidad.
Yvonne desencarnó en Río de Janeiro, el día 19 de marzo de 1984. Hay una hermosísima anécdota sobre ella que narra lo siguiente: Era la mañana del 18 de julio de 1998, en la ciudad Valença de Río de Janeiro y comenzaban las actividades en la "Librería Espírita Yvonne Pereira".
Augusto Marques de Freitas observó a un señor de mediana edad que, acompañado por su hija de 20 años, se había parado frente a la puerta del local. Ambos vestían ropas muy sencillas y aparentaban venir de un barrio pobre de la ciudad. De pronto, la joven gritando emocionada le indicó a su padre el libro Enjugando Lágrimas, psicografiado por Chico Xavier. Entraron ambos a la librería, y el padre emocionado le explicó a Freitas que habían venido de muy lejos a solucionar un problema que los tenía muy preocupados. Hacía pocos días había soñado con una "señora" que le indicaba con insistencia que leyera ese libro, pues mucho le iba a favorecer el entendimiento de ciertas cosas que estaba pensando hacer, incluso atentar contra su vida. Freitas intentó averiguar quién era la "señora" del sueño, pero ni tiempo tuvo para eso, pues de pronto el hombre gritó: -"Míra, ella está allí, hija mía!" - señalando una fotografía de Yvonne Pereira expuesta en la pared de la librería. Y prosiguió eufórico: -"Fue esa señora la que se me apareció en el sueño, diciéndome que debía leer este libro. ¡Voy a llevarlo!"
En ese momento Freitas tuvo la certeza de que el Espíritu Yvonne Pereira, una vez más, había auxiliado a una persona con la mente confundida y preocupada con la problemática que atravesaba en la vida, conduciéndola hasta la librería. Éste era ya el cuarto caso semejante, donde varias personas con cierto desequilibrio emocional y tendencias a la obsesión, mostrando actitudes peligrosas, conforme declararon, fueron hasta la librería a la cual Yvonne Pereira prestó el nombre, para recibir orientación y palabras de aliento.