Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) y el Espiritismo
Romina Romero
Msc. Biotecnología, Especialista Enfermedades Infecciosas, Especialista Microbiología Clínica.
Miembro de la Asociación Médico-Espírita (AME) del Grupo de Estudios Espíritas Allan Kardec (GEEAK) de Barcelona.
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) constituyen actualmente la tercera enfermedad crónica entre la población femenina adolescente y juvenil de las sociedades desarrolladas y occidentalizadas, siendo la enfermedad mental con mayor índice de mortalidad y llevando a las personas afectadas a padecer graves consecuencias tanto para la salud física, mental y espiritual con una profunda afectación en el ámbito personal, familiar, social, académico y laboral.
Adjudicar a una sola causa la fisiopatogenia de estos trastornos es simplemente imposible: factores biológicos, psíquicos, sociales y espirituales conforman una serie de factores que predisponen, desencadenan y perpetúan estas enfermedades.
Dentro de los TCA, según el manual diagnóstico de psiquiatría DSM-V encontramos diferentes tipos, muy conocidos por todos nosotros:
La anorexia nerviosa. Algunas de las características que permiten su diagnóstico son:
Restricción de la ingesta energética en relación con las necesidades, que conduce a un peso corporal significativamente bajo con relación a la edad, el sexo, el curso del desarrollo y la salud física.
Miedo intenso a ganar peso o engordar, o comportamiento persistente que interfiere en el aumento de peso, incluso con un peso significativamente bajo.
Alteración en la forma en que uno mismo percibe su propio peso o constitución, influencia impropia del peso o la constitución corporal en la autoevaluación, o falta persistente de reconocimiento de la gravedad del bajo peso corporal actual.
La bulimia nerviosa, que se caracteriza por:
Episodios recurrentes de atracones. Un episodio de atracón se caracteriza por los dos hechos siguientes: a) Ingestión, en un periodo determinado, de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la que la mayoría de las personas ingerían en un periodo similar en circunstancias parecidas. b) Sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio (p. ej., sensación de que no se puede dejar de comer o controlar lo que se ingiere o la cantidad de lo que se ingiere).
Comportamientos compensatorios inapropiados recurrentes para evitar el aumento de peso, como el vómito autoprovocado, el uso incorrecto de laxantes, diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo.
Los atracones y los comportamientos compensatorios e inapropiados se producen, de promedio, al menos una vez a la semana durante tres meses.
El trastorno por atracón. Consiste en:
Episodios recurrentes de atracones. Un episodio de atracón se caracteriza por los dos hechos siguientes: ingestión, en un periodo determinado, de una cantidad de alimentos que es claramente superior a la que la mayoría de las personas ingerían en un periodo similar en circunstancias parecidas y sensación de falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio (p. ej., sensación de que no se puede dejar de comer o controlar lo que se ingiere o la cantidad de lo que se ingiere.
Los episodios de atracones se asocian a tres (o más) de los hechos siguientes: comer mucho más rápidamente de lo normal, comer hasta sentirse desagradablemente lleno, comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre físicamente, comer solo debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere y sentirse luego a disgusto con uno mismo, deprimido o muy avergonzado.
A diferencia de la bulimia, el atracón no se asocia a la presencia recurrente de un comportamiento compensatorio inapropiado.
La vigorexia: en la que se da una alteración de la imagen corporal, caracterizada por la subestimación del tamaño y fuerza del cuerpo y el desarrollo de conductas compensatorias desadaptativas, como restricciones dietéticas (dietas ricas en proteínas y bajas en grasas), ejercicio excesivo y abuso de sustancias como los esteroides anabolizantes, que afecta a alrededor de un 20% de los pacientes.
La ortorexia: se caracteriza por la obsesión por una alimentación que el paciente considera saludable, y que limita la variedad de alimentos que ingiere, con argumentos en relación con la calidad de los mismos y no tanto con la cantidad, alimentos que consideran “puros”, por lo que producen una distorsión de una dieta saludable; basando su elección en un criterio subjetivo que puede provenir de una recomendación dietética, pero que puede responder también a otros hábitos que se consideran perjudiciales desde un punto de vista nutricional.
Las anteriores definiciones nos permiten conocer las caras de una misma moneda, todas y cada una de ellas genera en la persona que las padece un gran sentimiento de soledad y una falsa sensación de autocontrol, ya que una TCA solo trae tristeza y desolación.
"Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) constituyen actualmente la tercera enfermedad crónica entre la población femenina adolescente y juvenil de las sociedades desarrolladas y occidentalizadas (...)"
Desde la Doctrina Espírita, el periespíritu es aquella conexión entre el Espíritu y sus reencarnaciones, de manera que su tránsito por la vida terrenal, conformada por las diferentes constituciones, tanto físicas, sociales y psicológicas, impactan en el periespíritu de forma directa. Para describirlo más fehacientemente, las palabras de Manuel Philomeno de Miranda son claves:
“Portador de la capacidad plasmática expresiva, el periespíritu registra todas las acciones del Espíritu a través de los sutiles mecanismos de la mente que actúa sobre él, estableciendo los futuros parámetros de comportamiento, que serán fijados por automatismos vibratorios en las reencarnaciones por venir.
Cuerpo intermediario entre el ser pensante, eterno y los equipamientos físicos transitorios, a través de él se procesan las imposiciones de la mente sobre la materia y sus efectos a cambio de la causa generadora.
Captando el impulso del pensamiento y computando la respuesta de la acción, a él se incorporan los fenómenos de la conducta actual del hombre, programando así los éxitos por venir, mediante los cuales se mejorarán las conquistas, se corregirán los errores y se repararán los daños de estos últimos derivados.
Constituido por campos de fuerza muy especiales, irradia vibraciones específicas portadoras de carga propia, que proporcionan una perfecta sintonía con energías similares, estableciendo un conjunto de afinidad y repulsión según las ondas emitidas.
Así, cuando en el momento de la reencarnación el Espíritu es reenviado por necesidad evolutiva a los futuros padres, en el momento de la fecundación el gameto masculino victorioso fue impulsado por la energía del periespíritu del reencarnante, que en aquel espermatozoide encontró los factores genéticos que necesitaba para la programática a la cual se debe someter.
A partir de ese momento, los códigos genéticos de la hereditariedad, en consonancia con el contenido vibratorio de los registros periespirituales, van organizando el cuerpo que habitará el Espíritu.
Como es cierto que, en casos especiales, existe toda una elaboración del programa para el reencarnante, en general, los automatismos vibratorios de las Leyes de la Causalidad responden por la ocurrencia, que nunca tiene lugar al acaso.
Todo elemento irradia vibraciones que tipifican la especie y son por su constitución”
Por lo cual este periespíritu es susceptible de verse afectado tanto por los actos del presente como del pasado así, las enfermedades se manifiestan en el Cuerpo y en la Mente puede ser, en parte manifestaciones del Campo obsesivo en ambas esferas. De manera que de reencarnación en reencarnación el Espíritu evoluciona, inscribiéndo en el Periespíritu de forma “inconsciente” las experiencias que lo llevan a ser Único, y con ello el Progreso y el Perfeccionamiento.
Este tipo de patologías tan complejas sólo pueden entenderse y tratarse sin olvidar ninguno de los aspectos del Ser Humano: Espíritu, Cuerpo y Mente. Allan Kardec en su Obras Póstumas describe:
“Se puede decir que el cuerpo recibe la impresión, el periespíritu la transmite y el Espíritu, que es el ser sensible e inteligente, la recibe. Cuando el acto es de iniciativa del Espíritu, se puede decir que el Espíritu lo quiere, el periespíritu lo transmite y el cuerpo lo ejecuta”.
Es por tanto fundamental comprender que un TCA tiene un origen multifactorial y así reconocer y tratar cada una de sus partes es un desafío que la Medicina Tradicional actual debe tomar como reto, reconsiderando su evolución a una Medicina Holística.
Muchas veces el Ser Humano cree que TODO es como lo VE y SIENTE, pero todo pasa por el filtro de la MENTE. Esa MENTE que muchas veces no sabemos CONTROLAR, que ha permanecido más afuera que adentro, que cree que la Felicidad se manifiesta en el exterior. A veces las familias que hemos elegido al volver a este Mundo e incluso el círculo social que nos rodea, no son capaces de ver lo que al Cuerpo y a la Mente le pueden estar generando un TCA, las inseguridades llegan a devorar, a COLMAR nuestro Ser más real. Muchas veces el Exterior nos muestra Ilusión e Irrealidad y solo el Interior sinceridad y certezas.
El Maestro Jesús, o mejor dicho nuestro Amigo Fiel, nos llama a volver a nuestro Interior, calmar la Mente, buscando ayuda tanto en amigos, profesionales, familia, etc., o sea cual sea el mejor recurso que nos permita comenzar a dejar salir ESO a lo que tanto hemos tenido MIEDO y por lo cual este tipo de enfermedades han aprovechado y colmado todo nuestro Ser.
Ahora conocemos más de la Mente y su potencial, buscar ayuda y ponernos al Servicio es parte de SANAR. Muchas veces el OTRO también nos da MIEDO, terror, pero olvidamos que ese OTRO también tiene sus miedos. Compartir y construir la Compasión, permite que nuestra Mente se calme y tome el lugar que le corresponde. La Compasión según describe Joanna de Angelis a través de Divaldo Franco en la obra Responsabilidad:
“…es un puente de doble mano, propiciando el sentimiento que avanza en socorro y que retorne en aflicción. Es el primer paso para la vigencia activa de las virtudes morales, abriendo espacios para la paz y el bienestar personal. Auxilia al equilibrio psicológico, por hacer que se reflexione en torno a los acontecimientos que alcanzan a todos los transeúntes de la experiencia humana. Es posible que ese sentimiento no resuelva grandes problemas, ni ejecute excelentes programas. No obstante, el simple deseo de auxiliar a los otros proporciona saludable disposiciones físicas y mentales que se transformarán en recursos de socorro en las próximas oportunidades… Poco importa si el otro, el beneficiado por la compasión, no lo valoriza, ni la reconozca, ni siquiera la identifique. Lo esencial es el sentimiento de edificación y júbilo de realización por pequeña que sea, en aquel que la experimenta”.
Nunca olvidar que un hay un Padre Amado, un Universo que solo nos pide que cumplamos nuestra Misión, APRENDER Y CONTRIBUIR, donde el daño hacia UNO MISMO y HACIA los OTROS puede ser TRANSFORMADO, SANADO, un TCA es una llave, una pasaje a SER más plenos, ya que construimos en la oscuridad más absoluta, siendo acompañados y acompañados esa Construcción es aún más bella. Es en ese momento de plena oscuridad donde el más pequeño resplandor es el más intenso, aparece y se expande.
Los Sabios de todos los tiempos describen como el Comienzo FUE, casi como un estallido, así un TCA puede CURARSE, rompiendo el cascarón y rompiendo las cadenas que nuestra Mente se ha interpuesto, tomar la RESPONSABILIDAD y dejándonos acompañar.
American Psychological Association (APA).2014. Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM V). Editorial Médica Panamericana
Divaldo Franco y Manuel Philomeno de miranda. Temas de la Vida y de la Muerte. 2014. Federación Espírita Brasileña. Brasil
Kardec, Allan. Obras Póstumas. 1890. Société de Librairie Spirite. Francia.
Divaldo Franco y Joanna de Ângelis. Responsabilidad. Federación Espírita Brasileña. Brasil