Reflexiones éticas sobre la eutanasia
Karina Cejas
“Eutanasia”, según la RAE, proviene etimológicamente del latín como euthanasia, y este del griego εὐθανασία euthanasía, que podría traducirse como ‘muerte dulce’.
La conceptualización actual de la palabra eutanasia sería ‘intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura, para aliviar su sufrimiento’. En términos médicos simples, 'muerte sin sufrimiento físico’.
Referencias bibliográficas, instituciones y personas exponen sobre la eutanasia con sinonimias como “suicidio asistido” y “homicidio compasivo”... El acto de ayudar intencionalmente a otra persona a suicidarse.
También se reconocen dos tipos de eutanasia: eutanasia activa (acción encaminada a provocar la muerte) y eutanasia pasiva (la inhibición de actuar o el abandono del tratamiento iniciado, interviniendo inactivamente en el proceso hacia la muerte).
El antiguo debate médico concluyó en que la eutanasia se considere legal en países como Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos, Canadá, Colombia. El suicidio asistido, en algunos estados de Australia y Estados Unidos de América. También Nueva Zelanda ha aprobado la “Ley de elección del final de la vida” en el 2021, con 65% de votos positivos. Mediante ella, el Ministerio de Salud de dicha nación se vuelve responsable de la supervisión y financiamiento de lo que considera un “servicio de salud”: el suicidio asistido. Ello no contempla sólo “edad avanzada, enfermedad mental o discapacidad” como razones válidas para su solicitud, sino que está regido por determinados criterios de elegibilidad:
Esperanza de vida de hasta seis meses (enfermedades terminales).
Sufrimiento intolerable.
Disminución significativa en la capacidad física.
Capacidad mental para tomar una decisión informada sobre la muerte asistida.
Cumplidos los requisitos, la legislación autoriza a un médico o enfermero a administrar o prescribir una dosis letal de medicación, bajo su supervisión.
La organización neozelandesa Voice for Life lleva más de 50 años abogando por los vulnerables sin voz, en causas como el aborto y la eutanasia, con iniciativas como DefenderNZ 2021a (#DefendNZ)... que procura la defensa pacífica de la vida, y de una mejor atención al final de ella. Ante algunos casos, la asociación cuestionó al citado Ministerio sobre la elegibilidad para muerte asistida en términos de Covid-19. La respuesta que incluye una cita “Una dolencia terminal, en la mayoría de las veces, prolongada” invita a la reflexión sobre los juicios subjetivos involucrados al elegir a los pacientes.
¿Qué clasifica una enfermedad como “terminal”?
¿El suficiente tiempo transcurrido para conocer y “etiquetar” una patología, o el pronóstico que un médico da a un paciente?
¿Cuánto tiempo involucra la calificación de “prolongada” en las enfermedades?
¿Cómo se manejan las diferencias en los cursos naturales de enfermedades de tipo insuficiencias orgánicas o demencias versus otras de tipo cáncer?
¿Cuál es el rol del médico en la sociedad? ¿Cuidar, proteger contra el sufrimiento y curar, cuando le sea posible?
¿Dónde se ubican el “Juramento Hipocrático” y el compromiso ético al que los médicos adscriben para practicar la profesión, al consagrar su vida al servicio de la humanidad?
Continuemos revisando diferentes perspectivas, como las cuestiones que se dice han incrementado el interés público en eutanasia:
Los principios bioéticos fundamentales (beneficencia, no maleficencia -no dañar-, autonomía y justicia), prevaleciendo lo relativo a la capacidad de decidir que tiene el enfermo.
El aumento del envejecimiento y de las condiciones crónico degenerativas, y la consecuente pérdida de independencia.
El sentimiento de “carga para la familia y los cuidadores” que albergan pacientes de ciertas enfermedades limitantes, invalidantes.
La falta de asistencia social a la población más vulnerable o marginal.
La deficiencia de políticas de salud pública abarcativas, con falta de cuidados paliativos para todos.
Las creencias disfuncionales, que llevan al paciente a sentirse incomprendido, abandonado o sin posibilidad de ser ayudado.
El avance del materialismo.
Conjuntos de profesionales y asociaciones médicas se posicionan en contra de la legalización de la eutanasia y el suicidio asistido, y aportan sus razones, como “American College of Physicians” (por carencia de argumentos convincentes para volverla ley), “International Association for Hospice & Palliative Care” (por considerar que no puede legislarse antes de asegurar acceso universal a servicios de cuidados paliativos y medicamentos apropiados, incluyendo opioides para dolor o disnea).
Series médicas se muestran a favor de la eutanasia y el suicidio asistido, argumentando...
El respeto por la autonomía del individuo.
Su necesidad, en pacientes con dolor crónico insoportable.
Las estadísticas, que muestran a favor a la mayoría de la población.
El aumento de los profesionales de la salud que concuerdan con la eutanasia.
La potencial disminución de la tasa de suicidios.
Con todo, varios contrapuntos contrastan con lo expuesto. Invitando a dejar a un lado cualquier enjuiciamiento hacia otras personas, que en situaciones límites pudieran haber tomado decisiones que quizá les pesen por un largo tiempo, exponemos otras nociones:
La autonomía del individuo no es absoluta, dada la Ley de causa y efecto.
Los cuadros de depresión subyacentes en “enfermos terminales” (que incluso incrementan la voluntad de acelerar su muerte) se pueden mejorar con tratamientos adecuados (reduciendo los pedidos de suicidio asistido relacionados con ello).
Si bien el dolor intolerable y tantas veces incontrolable mella el deseo de vivir, en algunos estados la mayor cantidad de solicitudes no se deben a esa causa, sino a la falta de independencia y de dignidad.
Las validaciones realizadas con profesionales de la salud tienen limitaciones, y dependen de la interpretación dada a las definiciones, como también de la posibilidad de aplicar cuidados paliativos.
La reducción económica-financiera de gastos médicos y hospitalarios podrían ser un factor estimulante para continuar con cierto “lobby” por la muerte asistida.
Los pacientes solicitan la eutanasia cuando están sufriendo, sea a nivel biológico, psicológico, social, económico o espiritual. Al atenderse adecuadamente estos desequilibrios, los pacientes vuelven a aferrarse a la vida.
El modelo antropológico (de las ciencias que estudian los aspectos biológicos, culturales y sociales del ser humano) reinante en la medicina es un modelo bio-psico-social, que reconoce en el hombre su cuerpo físico, su dimensión psicológica (que incluye pensamientos, sentimientos, imaginación, recuerdos, expectativas) y el aspecto social (en relación a su núcleo familiar primario, su familia ampliada, sus amigos, las comunidades que integra y la sociedad en general). Aunque desde 1986 la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda atender también la dimensión espiritual del hombre, ello aún NO es abarcado, en la mayoría de los centros académicos y asistenciales del mundo.
El modelo antropológico espírita es un modelo bio-psico-socio-ESPIRITUAL. Esta última dimensión se considera esencial en la constitución del Ser y redefine las anteriores, habiendo sido estudiada, desarrollada, comprendida y comprobada científicamente por el Espiritismo (siendo la comprobación del plano espiritual su gran aporte a la humanidad).
Teniendo conocimiento del Espíritu y concibiendo la realidad espiritual a través de múltiples encarnaciones, se tiende a aliviar el sufrimiento lo más que se pueda, pero nunca acortando la existencia… eso constituiría una disfunción ética y una violación a la Ley de Amor o Ley Divina. El sufrimiento es inherente a la condición humana, y nos iguala ante la Ley de la Vida. Si se sabe aprovechar, el dolor (al igual que el Amor) es una oportunidad y una fuente de crecimiento personal, psicológico, social, espiritual. Frente a la postura espírita, evitar la eutanasia es un acto de caridad, al permitir que el Espíritu (que es inmortal) se siga desarrollando.
El apreciado filósofo espírita León Denis nos alienta sobre los problemas de la existencia…
«Si todo acaba con la muerte, el ser no tiene ninguna razón para esforzarse, para contener sus instintos, sus gustos.»
«El papel del espiritismo es grande, y sus consecuencias morales son incalculables. Solamente data de ayer, y, sin embargo, ¡cuántos tesoros de consuelos y de esperanza ha esparcido ya por el mundo! ¡Cuántos corazones entristecidos y desalentados ha reanimado y reconfortado! ¡A cuántos desesperados ha detenido en la pendiente del suicidio! Su enseñanza, bien comprendida, puede calmar las aflicciones más vivas y dar a todos la fuerza de ánimo y el valor en la adversidad.»
En “El Evangelio según el Espiritismo”, el Espíritu San Luis responde, en París (1860)…
«28. Un hombre agoniza, presa de crueles dolores. Se sabe que su estado es desesperante. ¿Será lícito ahorrarle algunos instantes de angustia, precipitando su fin?
¿Quién os concedería el derecho de prejuzgar los designios de Dios? ¿Acaso no puede Él conducir a un hombre hasta el borde del sepulcro, y luego sacarlo de allí, a fin de hacerlo volver en sí y modificar sus pensamientos? Aunque un moribundo haya llegado al último extremo, nadie puede decir con certeza que haya llegado su última hora. ¿Acaso la ciencia no se ha engañado alguna vez en sus previsiones?
Sé muy bien que hay casos que, con razón, pueden ser considerados desesperantes. Sin embargo, aunque no quede ninguna esperanza fundada de un regreso definitivo a la vida y a la salud, ¿no hay innumerables ejemplos en los que el enfermo, en el momento mismo de exhalar el último suspiro, se reanima y recobra sus facultades por algunos instantes? Pues bien, es posible que ese momento de gracia que se le concede sea para él de suma importancia, porque ignoráis las reflexiones que ha podido hacer su Espíritu durante las convulsiones de la agonía, y cuántos tormentos puede ahorrarle un instante de arrepentimiento. El materialista, que sólo ve el cuerpo y a quien nada le importa el alma, no comprende estas cosas. En cambio, el espírita, que sabe lo que sucede más allá de la tumba, conoce el valor de un postrer pensamiento. Atenuad los últimos dolores tanto como podáis; pero guardaos de abreviar la vida, aunque sólo sea en un minuto, porque ese minuto puede evitar muchas lágrimas en el porvenir.»
Referencias
Kardec, A. (1864). El Evangelio según el Espiritismo, Cap. V, Ítem 28.
Denis, L. (1884). El porqué de la vida. Cap. II.
Denis, L. (1890). Después de la muerte. Cap. XVIII.
Dr Langoni Mariotti, Luís G. (2022). Artículo para AME de Brasil.
Dr Luna, Sabino A. / AME de Argentina. (2021). Conferencia.