La percepción de la realidad
Teresa Vázquez
Texto adaptado de Visión Espírita, 2010
En una de las clases de nuestra Educación Espírita Infantil hemos trabajado las enseñanzas del maestro Jesús por el ejemplo ético-moral en la mejora del comportamiento y por ofrecernos la posibilidad de entender y experimentar la vida desde la unidad indivisible cuerpo-mente.
Iniciamos la clase en una ronda con las manos cogidas y en silencio para escucharnos. Desde esa conexión con la intimidad y el grupo, verbalizamos lo que esperábamos de la clase y lo que estábamos dispuestos a ofrecer al grupo. Al término de la clase, revisamos si lo hemos conseguido y en qué medida, así nos da una referencia del significado de compromiso con uno y con el grupo.
Repasamos brevemente lo que sabíamos de la vida y la obra de Jesús para situarnos en el contexto adecuado y, entre todos, hicimos una breve síntesis.
Resaltamos que Jesús enseñaba a través de sus actos y que los apóstoles transcribieron con el nombre de milagros. Otro de los recursos utilizados por el Maestro, fueron las parábolas, que son relatos cortos de la vida diaria, real o inventada. Definimos los conceptos y las diferencias de ambos, para seguir con el milagro de la “Resurrección de Lázaro” (El Evangelio según el Espiritismo. Capítulo IV - Nadie puede ver el reino de Dios si no nace de nuevo.)
Ninguno de los niños conocía el hecho y cuando lo relatamos, todos quedaron muy asombrados opinando que no podía ser que se pueda volver de la muerte. Ni siquiera Jesús. La sinceridad en los niños es una de las características esenciales de su expresión y en las clases, promovemos que eso ocurra porque nos permite trabajar el entendimiento de las cosas desde su comprensión lógica.
Para explicar lo que aconteció con Lázaro, utilizamos material gráfico en el que mostramos cómo somos nosotros: cuerpo y alma indivisibles. Explicamos que la evolución de Jesús como Maestro Superior, le permitía ver con claridad el cuerpo energético o periespíritu, pudiendo detectar que Lázaro no se encontraba muerto, sino en estado de catalepsia. Explicamos los síntomas de la catalepsia y estuvimos dialogando sobre ¿Qué es la realidad?
El diálogo estuvo centrado en la visión de la realidad desde una perspectiva unicista donde incluimos la percepción de las sensaciones que están íntimamente ligadas a los instintos sensitivos, ampliando así lo que conocemos como realidad. Repasamos brevemente el funcionamiento del cerebro cuando vemos con los ojos y cuando recreamos una imagen, testimoniando por investigaciones neurocientíficas que las redes neuronales se activan de igual forma bajo el estímulo externo que el interno, lo que nos permite entender desde una visión biológica, que el ser humano es lo que ve y siente a la vez.
La sinceridad en los niños es una de las características esenciales de su expresión y en las clases, promovemos que eso ocurra porque nos permite trabajar el entendimiento de las cosas desde su comprensión lógica.
Para nosotros, monitores de los niños, esta visión unicista es de vital importancia ya que en las escuelas y en el entorno social, parece que lo único válido para decir que es real, es lo que proviene del exterior. Nosotros como espíritas y estudiosos de las leyes de la vida, sentimos la necesidad de ofrecer a los peques, la posibilidad de creer en lo que sienten igual que en lo ven. ¿Quién dice que un sueño no es real? ¿Acaso no sentimos alegría, miedo, placer, angustia y tantas otras emociones que reconocemos como reales porque están vivas en nosotros?
Después de surgir cuestiones sobre el tema, hicimos una dinámica de relajación inducida por la voz del monitor que les guiaba hacia un viaje por su cuerpo evocando las sensaciones de bienestar, tranquilidad, armonía y alegría. Después utilizamos diferentes músicas de sonidos naturales como agua de lluvia suave y sonidos de bosque, acompañados de consignas que les invitaran a recrearse en un lugar hermoso, con pájaros y árboles frondosos, brisa fresca y hierba suave y esponjosa, agua y frescura. Durante unos minutos, dejaron el centro para viajar entre sus percepciones.
Al volver de la experiencia, relataron sus sensaciones y todos sin excepción, se vivenciaron en su lugar precioso y tranquilo. Unos más que otros, conectaron con la brisa y el agua. Distinguimos entre fantasía y sensaciones reales para no confundirnos. Su respuesta fue muy alentadora. Concretamos entre todos que seguiríamos trabajando en este sentido para desarrollar la percepción de nuestra identidad como una unidad cuerpo/alma, en vínculo con la vida y el cosmos.
En CEADS, consideramos que la educación del espíritu es complementaria a la educación reglada que los niños y jóvenes reciben en sus escuelas e institutos, ya que allí su instrucción es sesgada por una perspectiva dual. Nosotros debemos potenciar su ser desde la visión unicista para que puedan percibir el mundo desde una realidad más amplia. No pretendemos que sean espiritistas. Esto cabe a su libre elección y con el tiempo. Nosotros sólo pretendemos educar bajo la conciencia ampliada que nos permite vernos como hermanos, conviviendo en un universo donde somos co-creadores. Nuestros actos y pensamientos inciden en la vida y necesitamos la visión del alma para que esa incisión sea desde el respeto, la vivencia solidaria y el diálogo.
La Pedagogía espírita ofrece está visión sin crear adeptos. Educar educándonos.
Ésta es la propuesta educativa.