Los pilares del Espiritismo
Andrea Campos
En este artículo sencillamente pretendemos presentar los principales puntos de la Doctrina Espírita, los pilares fundamentales para entender la vida, de dónde venimos, hacía dónde vamos, por qué estamos aquí, etc. Que quizás pueda auxiliar a todos los educadores espíritas, madres, padres y familia.
Dios
Dios es eterno, inmutable, inmaterial, único, omnipotente, soberanamente justo y bueno.
Creó el Universo, que abarca todos los seres animados e inanimados, materiales e inmateriales.
Espíritus
Los seres materiales forman el mundo visible o corpóreo, y los seres inmateriales, el mundo invisible o espírita, es decir de los Espíritus.
El mundo espiritual es el mundo normal, primitivo, eterno, preexistente y sobreviviente a todo.
El mundo corporal es secundario; podría dejar de existir o no haber existido nunca, sin que por eso se altera la esencia del mundo espiritual.
Los Espíritus se recubren temporalmente de una envoltura material perecedera, cuya destrucción mediante la muerte les restituye la libertad. Entre las diversas especies de seres corporales, Dios escogió la especie humana para la encarnación de los Espíritus.
El alma
El alma es un Espíritu encarnado; el cuerpo sólo es su envoltorio.
En el hombre hay tres elementos:
1º - Cuerpo o ser material análogo al de los animales, animado por el mismo principio vital;
2º - El alma o ser inmaterial, Espíritu encarnado en el cuerpo;
3º - El lazo que une el alma con el cuerpo, princípio intermediario entre la materia y el Espíritu. (...) El lazo o Periespíritu que une el cuerpo al Espíritu, es una especie de envoltura semi material.
La muerte
La muerte es la destrucción del envoltorio más grosero. El Espíritu conserva el segundo, que constituye su cuerpo etéreo, invisible para nosotros en estado normal, pero que accidentalmente puede tornarse visible e incluso tangible, como sucede en los fenómenos de las apariciones.
El Espíritu no es, pues, un ser abstracto, indefinido, que sólo se puede concebir con el pensamiento. Es un ser real, delimitado, que en ciertos casos se torna apreciable a nuestra vista, al oído y al tacto.
Evolución de los Espíritus
Los Espíritus pertenecen a diferentes categorías y no son iguales ni en poder, ni en inteligencia, ni en saber, ni en moralidad.
Los pertenecientes al primer orden, son Espíritus Superiores que se distinguen de los otros por su perfección, sus conocimientos, su proximidad a Dios, la pureza de sus sentimientos y su amor al bien; son los ángeles o Espíritus puros.
Los de las otras clases se hallan cada vez más alejados de esa perfección; en tanto que los de las categorías inferiores, en su mayoría, se ven contaminados por nuestras pasiones: el odio, la envidia, los celos, el orgullo, etc.
La reencarnación como herramienta de evolución
Los Espíritus no permanecen perpetuamente en una misma categoría. Todos evolucionan al pasar por los diferentes grados de la jerarquía espírita.
Este mejoramiento se efectúa por medio de la encarnación, que a unos les es impuesta como expiación y a otros como misión.
La vida material es una prueba que les cabe soportar reiteradamente hasta que hayan alcanzado la perfección moral absoluta. Cuando abandona el cuerpo, el alma regresa al mundo de los Espíritus de donde había salido, para pasar por una nueva existencia material después de un lapso más o menos prolongado, durante el cual permanece en estado de Espíritu errante.
Puesto que el Espíritu ha tenido que pasar por muchas encarnaciones, se deduce de esto que todos nosotros hemos tenido muchas existencias y que aún tendremos otras más o menos perfeccionadas, ya sea en la Tierra o en otros mundos.
La encarnación de los Espíritus se produce siempre dentro de la especie humana; sería un error creer que el alma o Espíritu puede encarnar en el cuerpo de un animal.
Las diversas existencias corporales del Espíritu son siempre progresivas, nunca retrógradas; pero la rapidez de su progreso depende de los esfuerzos que realice para llegar a la perfección.
Los Espíritus encarnados habitan los diferentes globos del Universo.
Los no encarnados o errantes no ocupan una región determinada ni circunscripta. Están en todas partes, en el espacio y a nuestro lado, nos ven y se codean con nosotros continuamente. Es una población invisible que se mueve a nuestro alrededor.
Mediumnidad
Los Espíritus ejercen una incesante acción sobre el mundo moral e incluso sobre el mundo físico. Obran sobre la materia y el pensamiento, y constituyen una de las potencias de la Naturaleza, causa eficiente de una multitud de fenómenos inexplicables o mal explicados hasta hace poco, que sólo pueden ser comprendidos racionalmente a través del Espiritismo.
Las relaciones de los Espíritus con los hombres son constantes.
Los buenos Espíritus nos inducen al bien, nos sustentan en las pruebas de la vida y nos ayudan a soportarlas con coraje y resignación.
Los malos nos impulsan al mal; gozan cuando nos ven sucumbir y asemejarnos a ellos.
Las comunicaciones de los Espíritus con los hombres son ocultas u ostensibles. Las ocultas se producen a través de la buena o mala influencia que ejercen sobre nosotros, sin que lo sepamos. Cabe a nuestro juicio discernir las buenas de las malas inspiraciones.
Los Espíritus se manifiestan espontáneamente o mediante la evocación; son atraídos por la simpatía que les produce la naturaleza moral del ambiente que los evoca. Los Espíritus Superiores se complacen en las reuniones serias donde predominan, en aquellos que las componen, el amor al bien y el deseo sincero de instruirse y mejorar. La presencia de estos aleja a los Espíritus inferiores, quienes por el contrario, encuentran libre acceso y pueden obrar con plena libertad entre personas frívolas o impulsadas por la curiosidad, así como donde existieran instintos perniciosos.Distinguir los buenos de los malos Espíritus es muy fácil. Los Espíritus superiores utilizan en todas las ocasiones un lenguaje digno, noble, impregnado de la más elevada moralidad. El de los Espíritus inferiores, por el contrario, es inconsecuente, a menudo trivial y hasta grosero.
Moral Espírita
La moral de los Espíritus superiores se resume, como la de Cristo, en esta máxima evangélica: Hacer a los otros lo que quisiéramos que los otros nos hagan, es decir hacer el bien, no el mal.
En este principio encuentra el hombre una regla universal de conducta que lo guiará hasta en las mínimas acciones.
Enseñan los Espíritus Superiores, que en el mundo de los Espíritus, donde nada puede ocultarse, el hipócrita será desenmascarado y quedarán en evidencia sus torpezas; que la presencia inevitable y continua de aquellos con los que hayamos procedido mal, es uno de los castigos que nos están reservados; que los estados de inferioridad o superioridad de los Espíritus están en correspondencia con penas o gozos desconocidos en la Tierra.
También enseñan que no existen las faltas irremediables que no se pueden reparar mediante la expiación. Un medio de obtener esto lo encuentra el hombre en las diferentes existencias que le permiten avanzar según sus deseos y esfuerzos por la senda del progreso, hacia la perfección que es su destino final.