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Ciencia & Salud

Causa y efecto: como la epigenética puede explicar las manifestaciones de nuestro libre albedrío

 

Romina Romero



Actualmente el ritmo de vida nos lleva a vivir casi en un automatismo, sin detenernos a mirar cuales son aquellos hábitos que podrían tener consecuencias no sólo en nosotros mismos, sino en las generaciones venideras.  

Sabemos que el hombre trino (Espíritu, periespíritu y cuerpo físico) constituye la unidad fundamental en cada vida encarnada. Como seres espirituales teniendo una experiencia terrenal, es fundamental ocuparnos de nuestra reencarnación.


Según la National Human Genome Research Institute, la Epigenética es un campo de estudio centrado en los cambios del ADN que no implican alteraciones de la secuencia subyacente. Las letras del ADN y las proteínas que interactúan con el ADN pueden tener modificaciones químicas, que cambian el nivel en que los genes se activan y desactivan. Ciertas modificaciones epigenéticas se pueden transmitir de la célula progenitora a la célula hija durante la división celular, o de una generación a la siguiente. El conjunto de todos los cambios epigenéticos en un genoma se denomina epigenoma. El término epi significa “por encima”, dando a entender “por encima” de la secuencia base de ADN.


El concepto de Epigenética ha venido a instalarse desde los años 80, de la mano del estudio sobre el cáncer, permitiéndonos comprender que el medio ambiente y nuestros propios hábitos físicos y mentales son factores determinantes en nuestra Salud Integral. Aunque ya desde mediados del siglo XIX, el embriólogo Casper Friedich Wolff empleó el término epigenética para describir “la misteriosa fuerza de la naturaleza a través de la cual se realiza la formación de las estructuras”. Casi un siglo después, el científico Conrad H. Waddington utiliza este término para explicar la relación entre el genotipo (los genes heredados) y el fenotipo (la expresión del genoma). Así, a mediados de los años 80, Robin Holliday reintrodujo el término de epigenética… a fin de explicar que los cambios que se producen en la expresión genética no sólo ocurren durante el desarrollo, sino también a lo largo de la vida adulta. De manera tal que los cambios en la función de los genes heredados durante la mitosis (de una célula somática a otra) y la meiosis (en células germinales) no implican cambios en la secuencia del ADN.


Existen diferentes mecanismos de regulación epigenética:


Metilación*: Este mecanismo se produce en zonas del ADN ricas en CG (Guanina-Citosina), a las que se denominan islas CpG. Estas coinciden generalmente con regiones controladoras de la actividad genética, es decir, de la producción de ARN (ácido ribonucleico), en particular del ARNm (mensajero) el cual es intermediario de la producción de las diferentes proteínas. Dichas islas CpG en general NO están metiladas, de manera que la metilación genera una represión transcripcional, impidiendo la transcripción génica.


* Metilación: Proceso químico por el que se introducen uno o más radicales de metilo en un compuesto orgánico. La metilación es una modificación química del ADN y otras moléculas que puede conservarse a medida que las células se dividen para generar más células. 



Modificación de la cromatina: La metilación induce compactación de la cromatina (presentación del ADN en el núcleo celular), de manera tal que es más  inaccesible a la maquinaria transcripcional a la vez que permite que se una a factores que modifican las histonas (grupo de proteínas que junto al ADN forman la cromatina y a su vez constituyen al nucleosoma), las cuales afectan la actividad del ADN.


Estos mecanismos epigenéticos regulan la expresión génica solo en el 10% del genoma humano… entonces, ¿y el 90% restante?

El denominado genoma parásito representa antiguos vestigios de nuestro pasado, de los que fuimos en un principio: bacterias, gusanos, peces, virus. Este ADN restante permanece “dormido” y otra gran parte directamente no se codifica, pero sí genera el llamado microARN que actúa activando o reprimiendo genes. Por lo cual no todo está “escrito” en nuestros genes, sino que nuestros genes pueden modificar su expresión de diversas maneras.


La Ley de Causa y Efecto nos dice que las penas y recompensas son las manifestaciones de esta ley. 

El libre albedrío nos permite adoptar una conducta propia, elegir entre 2 o más razones suficientes para querer o actuar, una de ellas y hacerla prevalecer sobre los demás “ (1) . 


De manera tal que cada una de nuestras acciones, tanto a nivel físico como psicológico, determinan cambios en nuestras vidas, ya que “… la libertad y responsabilidad son correlativas en el Ser y aumentan con su elevación, siendo la responsabilidad la que confiere al hombre dignidad y moralidad, sin ella sería más que un autómata, un juguete de las fuerzas ambientales “ (2).


Numerosos estudios en gemelos discordantes mostraron como al nacer, la mayoría de los gemelos son genética y epigenéticamente idénticos, pero luego entran en la llamada “deriva epigenética”. A medida que se hacían mayores, mayores eran las diferencias epigenéticas; en tanto que, si compartían más tiempo, más se parecían. Así el uso de sustancias tóxicas como el tabaco, el estilo de vida sedentario, la alimentación y otros, fueron determinantes en la expresión diferencial de genes. Esto se vio también en el estudio de cánceres hereditarios: como en el caso de portadores de mutaciones de los genes de cáncer de mama BRCA1 y BRCA2, de manera que la gemela que desarrollaba el tumor mostraba más tasa de metilación en su ADN (3).


De manera tal que cada una de nuestras acciones, tanto a nivel físico como psicológico, determinan cambios en nuestras vidas

Otras implicancias de la regulación epigenética se observan en los procesos de envejecimiento celular, de manera tal que la longitud de los telómeros, los cuales son regiones de secuencias repetitivas de ADN en el extremo de un cromosoma (que protegen los extremos y evitan que se desgasten o enreden). En cada división celular, estos telómeros se tornan ligeramente más cortos y, finalmente su longitud se acorta tanto que la célula ya no puede dividirse correctamente y muere. Este proceso también está regulado parcialmente por marcas epigenéticas (4)


Otro ejemplo de cómo la epigenética actúa en nuestros genes a través de la herencia de caracteres adquiridos, se observó durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando el ejército alemán retrocedía y los aliados progresaban, uno de los países más afectados por la escasez de alimentos fueron los Países Bajos, las personas sobrevivían con un tercio de las calorías habituales y los niñ

os nacían con bajo peso. Al finalizar la guerra y restablecerse el abastecimiento de comida, los niños seguirán naciendo con bajo peso y, tras el estudio este hecho se observó que existió una metilación anormal del gen IGF2 (factor de crecimiento insulínico tipo 2), el cual es clave para el crecimiento (5).


Una de las teorías más resonadas en los últimos años es el rol de las llamadas exovesículas en la regulación epigenética.  Pero, ¿qué son las exovesículas? 


Son estructuras celulares delimitadas por bicapas lipídicas, que se liberan naturalmente de una célula. Las mismas permiten la comunicación intercelular debido a que contienen numerosas moléculas de señalización (lípidos, proteínas, ADN, etc.), que podrían actuar como vehículos de diferentes compuestos reguladores, comunicando células y tejidos que se encuentran distantes. Son estudiadas en el cáncer (implicadas en el inicio, en la proliferación tumoral y en la metástasis (6),  y en diferentes patologías psiquiátricas (7) y enfermedades neurodegenerativas (como el Alzheimer (8). 


Estas exovesículas recuerdan a los bióforos: unidades vitales más pequeñas de la célula, elemento básico vital responsable de la herencia o de la vida. El término fue descrito por primera vez en 1890 por el biólogo alemán August Weismann (en su teoría sobre la herencia basada en la inmortalidad del plasma germinal, que sería la sustancia alrededor de la cual se desarrollan las nuevas célula) y, casi 50 años más tarde, explicado por André Luiz (9)


“(El hombre) puede, por su propia conducta feliz o desdichada, acentuar o atenuar el cariz de los programas que le indican la ruta a través de los bióforos, o unidades de fuerza psicosomática que actúan en el citoplasma, proyectando sobre las células y, consecuentemente, sobre el cuerpo, los estados de la mente, que estará ennobleciendo o agravando conforme a su propia situación y de acuerdo con su elección del bien o del mal”. 

Sabemos que el Periespíritu es el nexo entre el Espíritu y el cuerpo físico, actuando como un sistema dinámico, de interrelación e influencia mutua. Nos dice Joanna de Ângelis (10)


“… esta energía inteligente, en su expresión original, como Espíritu, sufre condensación de moléculas, constituyendo así el cuerpo intermedio (periespíritu), que se encarga de concentrar y congelar las partículas, que se manifiestan como cuerpo somático…. A menudo, el Ser, en crecimiento interior, sufre los efectos de las abundantes energías de las que es objeto y crea una situación de congestión, responsable de diversos trastornos conductuales y de naturaleza orgánica. Las enfermedades, por tanto, resultan del uso inadecuado de las energías, de la inconsciencia del ser en relación con la vida y su propósito”.


Es de fundamental importancia responsabilizarnos de los diferentes hábitos que adoptamos en nuestra vida diaria, nuestra alimentación, nuestro descanso, nuestras relaciones interpersonales. En definitiva, cada uno de los componentes del autocuidado, a fin de disminuir los factores que pueden desencadenar regulaciones epigenéticas inadecuadas, afectando tanto a nuestra salud física y mental actual, como en nuestras próximas reencarnaciones.


Es de fundamental importancia responsabilizarnos de los diferentes hábitos que adoptamos en nuestra vida diaria, nuestra alimentación, nuestro descanso, nuestras relaciones interpersonales.

Joanna de Ângelis (11) nos enseña y explica como nuestros propios pensamientos tienen impacto en la totalidad del Ser: 


“…cada célula es portadora de pródromos de la conciencia individual, en cuyos delicados tejidos están impresos las necesidades evolutivas del ser humano…. El periespíritu, por tanto, está también constituido por el conjunto de estas conciencias celulares que forman la conciencia, organismo global encargado de transmitir memorias al Espíritu, los logros y logros de cada experiencia reencarnatoria. (...) Pensamientos que se originan en el ser espiritual,  que se transfieren a las áreas de sensación, emoción y acción, imprimen  sus contenidos en las celdas de energía que los ejecutan en forma física, estableciendo el resultado de acuerdo a la calidad de la onda mental (…) La conducta mental expresa el nivel de evolución en el que pone en escena a cada ser, encargándose de producir el bien o el mal, salud o enfermedad, alegría o tristeza, siempre resultando del rango vibratorio en el que permanece… se transfieren de una existencia a otra, gracias a la memoria y conciencia de la célula psíquica, que modelará el equivalente orgánico con la carga de energía que conduce. Así la onda influirá en la criatura desde su formación genética, cambiando su estructura según la calidad del mensaje (…) Las descargas producidas por sentimientos viles producen toxinas hormonales altas que modifican los códigos de ADN, fijando el tipo de onda y su origen mientras repiten estas fijaciones a lo largo del tiempo, mayor es el daño causado a la estructura íntima de las mismas, imponiéndose como proceso de reparación (…) Las enfermedades del alma sólo se recuperarán cuando hay una transformación estructural del pensamiento, quién se encargará de construir nuevas súper fundaciones sutiles, que se materializará en futuros códigos de ADN, restableciendo la conciencia celular individual y, finalmente, integrando la conciencia del ser en el conjunto de la armonía de Conciencia Cósmica”.


Todo esto nos permitirá ir hacia ese Mundo de Regeneración que tanto anhelamos. 

Comprometernos y responsabilizarnos de nosotros mismos a través del trabajo y la reforma íntima tal y como nos enseña El Evangelio según el Espiritismo (capítulo XVI), con la parábola de los Talentos.


  1. Calligaris, Rodolfo. O Livre Arbítrio. As Leis Morais. 2ª.ed., Rio de Janeiro, 1983.

  2. Denis, León. El Libre Albedrío. El Problema del Ser, del Destino  del  Dolor. Trad. de Esteva Grau. 3ª.ed., Buenos Aires, Editorial Kier, 1976.

  3. Esteller M et al. Promoter hypermethylation and BRCA1 inactivation in sporadic breast and ovarian tumors. J Natl Cancer Inst. 2000 Apr 5;92(7):564-569.

  4. Heyn H et al. Distinct DNA methylomes of newborns and centenarians. Proc Natl Acad Sci U S A. 2012 Jun 26;109(26):10522-7.

  5. Sakatani T et al. Loss of imprinting of Igf2 alters intestinal maturation and tumorigenesis in mice. Science. 2005 mar 25;307(5717):1976-8.

  6. Qian Z. The Role of Extracellular Vesicles: An Epigenetic View of the Cancer Microenvironment. Biomed Res Int. 2015.

  7. Kong L et al. Extracellular Vesicles in Mental Disorders: A State-of-art Review. Int J Biol Sci. 2023 Feb 5;19(4):1094-1109.

  8. Rachay A et al. Extracellular vesicles in neurodegenerative diseases: A systematic review. Front Mol Neurosci. 2022 Nov 24;15.

  9. Francisco Cândido Xavier, Waldo Vieira, Espíritu André Luiz. Evolución en Dos Mundos. FEB. Brasil. 1959.

  10. Divaldo Pereira Franco, Espíritu Joanna de Ângelis. Autodescubrimiento. Serie Psicológica Joanna de Ângelis, vol.6. Leal, Salvador, 2014.

  11. Divaldo Pereira Franco, Espíritu Joanna de Ângelis. Días gloriosos. Leal, Salvador, 2010.

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