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La Codificación

Pluralidad de las existencias

Año 5 | n. 21 | Verano

Andrea Lepio





CAPÍTULO V

“Respondió Jesús [a Nicodemo] y le dijo: De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” No dejan dudas, las palabras de Jesús, en el Evangelio según San Juan, 3:3 al 7.

Reconozcamos primeramente que sólo la doctrina de la pluralidad de existencias nos aclara lo que nos resulta inexplicable. Que esta doctrina es eminentemente esperanzadora y acorde con la más rigurosa justicia y, que es para el hombre la tabla de salvación que, en su misericordia, Dios le ha concedido.

Retrocedamos al principio del capítulo. Volvamos a Pitágoras. Algunos dicen que el la filosofía de la reencarnación no es nueva, sino que se trata de una resurrección de la teoría de Pitágoras. Ningún espiritista jamás  ha afirmado  que la Doctrina Espírita fuese una invención moderna. 


LEY DE LA NATURALEZA

El Espiritismo lo entendemos como una Ley de la Naturaleza y creemos que ha debido existir desde el origen de los tiempos. Pitágoras tomó prestada la teoría de la metempsicosis de los filósofos hindúes y egipcios, cuya idea de la transmigración de las almas, era, pues, una idea vulgar, admitida por hombres eminentes y como llegó hasta ellos no lo sabemos. Entendemos que una idea no atraviesa las edades y no es aceptada por los grandes pensadores si no tiene su lado serio. Sin embargo, entre la metempsicosis de los antiguos y la moderna doctrina de la reencarnación existe una gran diferencia por la cual los Espíritus rechazan categóricamente la transmigración del alma del hombre a cuerpo de animales y viceversa.


Al enseñar la pluralidad de las existencias corporales, renuevan los Espíritus una doctrina que nació en las primeras edades del mundo y que se ha mantenido hasta nuestros días, y la han presentado no sólo a través de este libro, sino que con anterioridad a su publicación han aparecido muchísimas comunicaciones en varios países.


Por ahora nos centraremos en un terreno neutral, prescindamos de los Espíritus y pensemos con un mismo grado de probabilidad, las dos teorías, es decir, la pluralidad de las existencias y la vida corporal única.




Hay muchísimas personas que rechazan la idea de la reencarnación por la simple razón de que no les conviene, alegando que ya tienen bastante con una sola existencia y no desean empezar de nuevo con otra similar. A estos, les podemos preguntar si creen que Dios ha tomado en cuenta su opinión. Pero seamos sensatos. Hay dos alternativas llegados a este punto: o la reencarnación existe o no existe. Si existe, tendrán que aceptarla y deberán ajustarse a ella; porque Dios no les va a pedir permiso para ello. Pero tenemos que decir, que lo que la Doctrina Espírita, nos dice sobre la reencarnación, no es tan terrible. Pues la condición de una nueva existencia, depende de uno mismo. Será feliz o desdichada, según haya sido su comportamiento en la Tierra. Puede en una única vida elevarse tan, alto que no tenga que temer volver a caer en desgracia.



OPORTUNIDAD

“Sufrís, no sois tan dichosos como pudierais serlo, mientras tenéis ante vosotros a seres que disfrutan de una felicidad sin sombras. ¿Queréis cambiar vuestra situación con la de ellos? Seguramente responderéis que sí. Y, ¿Qué  es necesario para hacerlo? Poca cosa: simplemente recomenzad lo que habéis hecho mal y tratad de realizarlo mejor. ¿Aceptaríais aunque fuera a costa de muchas existencias de pruebas?


Sobre el tema, mucho se ha oído. Dios que es soberanamente bueno, no puede imponer al hombre que recomience una serie de miserias y tribulaciones.  Pero no es apenas volver y empezar de nuevo. Es tener los medios para reparar los errores. De eso se trata. Dios no nos pide permiso, no consulta nuestras preferencias: las cosas son o no son.

Si no hay reencarnación, sólo existe una vida corpórea, esto es evidente. Si nuestra actual existencia corpórea es única, el alma de cada hombre ha sido creada al nacer. Aquí tampoco va a tener términos medios. O el alma existía o no existía antes del cuerpo.

Admitiendo, de acuerdo con la creencia vulgar que el alma nace con el cuerpo, planteamos las siguientes preguntas:


  1. ¿Por qué cada alma muestra aptitudes tan diversas independientes de las ideas adquiridas por la educación?

  2. ¿De dónde proviene la aptitud extranormal de ciertos niños de temprana edad para las artes o las ciencias, al paso de que otros siguen siendo mediocres toda su vida?

  3. ¿De dónde provienen en unos las ideas innatas o intuitivas, y  en otros  éstas no existen?

  4. ¿A qué se deben, en ciertos niños, esos instintos precoces que manifiestan, de vicios o virtudes, esos sentimientos innatos de dignidad o de bajeza que contrastan con el ambiente en que han nacido?

  5. ¿Por qué algunos hombres, son más adelantados que otros?

  6. ¿Por qué hay salvajes y hombres civilizados? Si cogemos a un niño salvaje y le educamos en los mejores colegios, aunque su naturaleza sea esta. ¿Podemos hacer de él un Newton o un Laplace?


Si aceptamos por el contrario una sucesión de vidas anteriores y progresivas, todo queda explicado. Los hombres traen al nacer la intuición de lo que han adquirido antes; están más o menos adelantados conforme el número de existencias que han tenido.

Con su justicia, Dios no ha podido crear unas almas más perfectas y otras menos perfectas. Mas, con la pluralidad de vidas, la desigualdad que acabamos de ver no se 

opone en modo alguno a la más rigurosa equidad.


REENCARNACIÓN EN LAS PALABRAS DE JESÚS

El principio de la reencarnación salta a la vista en muchos pasajes de las Escrituras y se encuentra especialmente formulado de una manera explícita en el Evangelio:


“Cuando descendieron del monte (después de la transfiguración), Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos. Entonces sus discípulos le preguntaron diciendo: ¿Por qué pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.”

Puesto que Juan el Bautista era Elías, hubo, por lo tanto, reencarnación del espíritu o alma de Elías en el cuerpo de Juan el Bautista. Al hablar del tema, lo hemos hecho prescindiendo de toda  enseñanza espírita, la cual en concepto de algunas personas no tiene autoridad. Si hemos aceptado, y tantos otros también,  la pluralidad de las existencias,  no ha sido porque esta opinión nos venga de los Espíritus, sino, porque nos pareció la más lógica y la única que soluciona los problemas que hasta ahora resultaban insolubles.


Por lo demás, sea cual sea la opinión que se profese acerca de la reencarnación, acéptela o no, pero no por ello hay que dejar de respetarla.  El punto esencial consiste en que la enseñanza de los Espíritus es eminentemente cristiana, apoyándose en la inmortalidad del alma, en las penas o recompensas futuras, en la justicia de Dios, en el libre albedrío del hombre y la moral del Cristo.

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